Entender y gestionar las emociones desde una edad temprana es esencial para un desarrollo psicológico sano. La educación emocional debe estar presente desde el primer momento de la vida, tanto en casa como en los centros educativos, siendo fundamental para que niños y niñas puedan entender y saber gestionar de forma óptima sus sentimientos y su mundo interior, aprendiendo a reconocer sentimientos como el miedo, la alegría, la ira, la frustración, la tristeza…
El juego es una herramienta muy valiosa para enseñar a los pequeños a entender las emociones y a gestionarlas, ya que es el vehículo a través del cual consiguen motivarse y disfrutar. Mediante el juego los niños y niñas aprenden de forma sencilla, divertida y motivadora.
Los juegos para trabajar las emociones, tal y como su nombre indica, ayudan a educar en valores y fomentar la inteligencia emocional de una forma lúdica y divertida. Gracias a ellos podemos trabajar las emociones para que los niños y niñas aprendan a reconocerlas y diferenciarlas, al mismo tiempo que adquieren el lenguaje emocional necesario para entender qué les sucede y puedan expresar a los demás lo que sienten.
Pero este tipo de juegos tienen que ir siempre acompañados de un entorno acorde a estas enseñanzas. Para los pequeños de la casa somos su ejemplo a seguir, el espejo en el que se miran. Por este motivo es importante que comencemos por nosotros mismos y trabajemos nuestras emociones y habilidades (sociales, personales y emocionales), para luego poder ayudar a los niños y niñas a trabajar las suyas.
Como acabamos de ver, la infancia es una etapa esencial para la educación emocional, la cual si es correcta aumentará las posibilidades de tener una vida plena y feliz. El pequeño aprende de sus padres y del entorno, a expresar o reprimir sus emociones, lo cual afectará en el futuro a su forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.
Los juegos para trabajar las emociones aportan importantes beneficios en los pequeños. Veamos a continuación algunos de los más significativos:
Mejoran el conocimiento de uno mismo. Gracias a este tipo de juegos mejora el autoconocimiento y los niños se hacen conscientes de lo que sienten en cada circunstancia y de cómo reaccionan ante las emociones. De esta forma les enseñamos a poner nombres a sus emociones, para que sepan identificarlas y así poder gestionarlas.
Mayor tolerancia ante la frustración. La frustración es un sentimiento de tristeza, decepción y/o desilusión que nos invade cuando no somos capaces de satisfacer un deseo o necesidad que tenemos. Gracias a este tipo de juegos el menor puede mejorar su autoconocimiento, lo cual le ayudará a aceptar la realidad y a seguir focalizado en sus metas, siendo consciente de que las cosas no ocurren cuando él quiere ni de la forma que desea.
Mejora en el manejo de la ira. Estos juegos consiguen que los pequeños sean más tolerantes a las frustraciones y que tengan un mayor autocontrol, lo que incide directamente en el manejo de su ira, ya que es una emoción que florece cuando vemos en peligro nuestras metas e ilusiones.
Ayudan a evitar la ansiedad y el estrés. Una correcta gestión emocional protege y evita la ansiedad y el estrés. Poder mantener la calma en ciertos momentos estresantes genera bienestar tanto físico como mental.
Aumentan la motivación y ayudan a alcanzar las metas. Gracias al autoconocimiento que este tipo de juegos ayuda a tener a los más pequeños, se produce un aumento del nivel de motivación. Obtener lo que queremos es importante para ser felices, y tanto la automotivación como la motivación externa son factores determinantes para alcanzar nuestros deseos.
Aumentan la autoestima. La autoestima depende del concepto que tenemos de nosotros mismos y de lo que las personas piensan y esperan de nosotros. Está relacionada directamente con el nivel de autoconocimiento y de autocontrol, que este tipo de juegos ayudan a conseguir.
Desarrollan el sentimiento positivo. Ayudan a que los pequeños aprendan a ver el lado positivo de las cosas, pese a las complicaciones y dificultades que puedan surgir. Tener esta visión positiva es imprescindible para disfrutar de una vida plena, haciendo frente a los obstáculos y las adversidades que puedan cruzarse en nuestro camino y favoreciendo las relaciones interpersonales.
Mejoran las habilidades comunicativas. Estos juegos ayudan a aprender a ser asertivos, a escuchar activamente, la comunicación no verbal, etc., es decir, a adquirir una serie de habilidades necesarias cuando establecemos y mantenemos relaciones interpersonales. Saber transmitir nuestros sentimientos y emociones a otras personas de forma hábil y sin dañarlas es fundamental para el éxito social.
Veamos a continuación cuatro juegos que ayudan a trabajar las emociones de forma eficaz.
Emo Park (A partir de 5 años)
Juego de acción y observación en el que mediante las “Emomarionetas” deberemos describir una tarjeta a través de las emociones pero sin utilizar las palabras prohibidas. El primero que encuentre la escena descrita en el tablero se queda la tarjeta. Además, incluyen recomendaciones para utilizar este juego con adultos (padres, educadores, etc.).
Este juego trabaja las emociones de forma directa. Está formado por un tablero y diferentes marionetas que serán las protagonistas de la partida. Mediante ellas, uno de los jugadores intentará imitar a los diferentes personajes que aparecen en el tablero central y que representan cada uno a una emoción distinta, y los demás deberán descubrir de quién se trata.
Calendario (De 3 a 10 años)
Calendario de madera que ayudará a los niños y niñas a entender el tiempo practicando los días de la semana, los meses, las estaciones del año, el paso de las horas, el clima y donde además, podrá transmitir a su familia cual es su estado de ánimo para afrontar el día. De esta manera y diariamente, el pequeño tiene que distinguir y aludir a la emoción que tiene ese día.
Burning Bakery (De 2 a 6 años)
Marcelo, el panadero de nuestro pueblo, ha perdido sus 5 sentidos y no puede seguir haciendo pan. ¿Ayudamos a Marcelo a recuperar...?:
La vista, para que el pan no se queme.
El tacto, para amasar bien el pan y que quede esponjoso.
El olfato, para que el olor del pan le avise que está en su punto.
El gusto, para que el pan no esté ni muy salado ni muy dulce.
El oído, para que pueda oír el timbre del horno a tiempo.
Este divertido juego para los más pequeños trabaja más los sentidos de forma directa, pero también nos permite trabajar las emociones de forma indirecta, ya que cada objeto evoca a una emoción diferente.
Bearzzz (De 2 a 6 años)
Ayudad a Osito a coger cinco tarros de miel de la cocina aprovechando que mamá osa se ha quedado dormida en su mecedora. Pero tened cuidado, porque algunos ruidos podrán hacer que mamá osa se despierte y nos pille. Este juego cooperativo permite aprender a gestionar diferentes situaciones relacionadas con el trato hacia los adultos.
En Cayro damos mucha importancia a los juegos para trabajar las emociones, ya que permiten mejorar la inteligencia emocional de los pequeños de la casa, un aspecto que en el futuro les será muy útil para la correcta gestión de emociones de su vida adulta. Los juegos que ofrecemos desarrollan la capacidad para aprender a expresar ideas y sentimientos, aprendiendo al mismo tiempo a conocerse mejor y a gestionar los sentimientos.