Un juego de mesa es mucho más que un tablero, unas cartas o unas fichas. Cada partida encierra historias, aprendizajes y recuerdos que se comparten alrededor de una mesa. Lo que parece sencillo a primera vista es, en realidad, el resultado de un proceso largo, lleno de decisiones creativas, técnicas y estratégicas. Y quizá esa sea la parte más fascinante: descubrir que detrás de cada caja hay personas, talento y una visión que busca no solo entretener, sino también inspirar y conectar a quienes juegan.
En Cayro, cada juego empieza con una chispa de inspiración que puede surgir de muchas formas: de la observación de tendencias en ferias nacionales e internacionales, de escuchar lo que piden los clientes, de colaborar con autores e ilustradores nacionales o incluso de rescatar propuestas que nos hacen llegar profesionales del sector. Esta diversidad de fuentes enriquece nuestro catálogo y nos permite combinar tradición y novedad en cada lanzamiento.
Entre los nombres que recientemente han aportado esa frescura están Diego Villanueva, docente y jugador apasionado, que debutó como autor con Anne Bonny’s Malediction, un título que combina estrategia y azar presentado en InterOcio; y Gabriel Buendía, autor emergente que con Make Your Bubble Tea ha demostrado que es posible crear juegos ágiles y atractivos para públicos muy diversos. Ambos reflejan nuestra apuesta por el talento nacional, un pilar fundamental de nuestra filosofía: apoyar a creadores que enriquecen la escena lúdica con nuevas miradas.
Una vez que la idea inicial está sobre la mesa, llega el momento de darle forma. El prototipo es el primer paso para transformar un concepto en una experiencia real. Creamos versiones tanto físicas como digitales, que se prueban internamente y también con diferentes perfiles de jugadores. En esas pruebas se descubren matices: una regla que necesita ajustarse, un componente poco práctico, una dinámica que puede ser más ágil. El proceso es progresivo y exige paciencia, pero garantiza que el juego funcione y tenga sentido en el mercado.
Al mismo tiempo, se trabaja en el diseño gráfico y en la experiencia del jugador. Cada detalle cuenta: los colores, la legibilidad de las instrucciones o el tamaño de las piezas. En este proceso, el trabajo de ilustradores como Dany Molero y del resto del equipo de diseño resulta fundamental: sus creaciones aportan claridad visual y una estética cuidada, facilitando que cada jugador entienda el juego a primera vista y disfrute de una experiencia envolvente. Apostar por ilustradores nacionales es también una forma de dar voz a talentos que transmiten emociones a través de la imagen.
Otro pilar de nuestro proceso es la sostenibilidad. Utilizamos materiales reciclados o reciclables, eliminamos plásticos de un solo uso y empleamos pinturas y barnices con bajo impacto ambiental. Ajustamos el tamaño de las cajas para evitar espacios vacíos. Estas decisiones forman parte de nuestro compromiso “Play for Change”, que asegura que cada juego cumpla con los más altos estándares de calidad y, al mismo tiempo, respete el planeta.
La fase de fabricación incluye controles de calidad rigurosos y certificaciones como AIJU o FSC, que avalan la seguridad de los materiales y la procedencia responsable de la madera y el papel. En logística, optimizamos el uso de recursos: reutilizamos embalajes, clasificamos los productos según sus certificaciones y cuidamos que lleguen en perfectas condiciones a los puntos de venta. Todo suma para reforzar la confianza en cada paso de la cadena.
Detrás de cada caja hay un esfuerzo colectivo en el que intervienen diseñadores, autores, ilustradores, proveedores y un equipo que comparte la misma visión: crear juegos que no solo entretengan, sino que eduquen, inspiren y perduren. Para Cayro, ofrecer un juego es ofrecer también una experiencia honesta, sostenible y con alma. Porque creemos que jugar no es solo pasar el rato: es aprender, compartir y construir recuerdos que se quedan para siempre.
Fabricar un juego de mesa implica creatividad, innovación y compromiso. Y cada partida que alguien juega es la prueba de que todo ese recorrido merece la pena.